El gran proceso creativo, aplicaciones sexuales

Un amigo me contó que los grandes genios de las artes tuvieron sus momentos más creativos cuando estaban solteros. “Y eso”, pregunté. “Porque siendo buenos en lo que hacían, era su forma de mostrarse a la plaza.” “¿Mostrarse a la plaza…?”, pregunté de nuevo. “Sí, mostrarse a la plaza, al mundo y, principalmente, a quien se quieren tirar”, contestó. Así pues, podríamos decir que los momentos de creatividad están impulsados (que no originados) por la necesidad de ligar.

No podemos negar que ligar, el hecho de acercarse a alguien para establecer un sofisticado intercambio de cargas eléctricas y tensión, requiere mucho de creativo. Tanto es así que es una habilidad que hay que aprender, que por desgracia no se enseña en los primeros años de vida y que se echa ya en falta en el primer año de primaria, primer momento en el que nos damos cuenta de que ya lo necesitamos ―¿o ahora van a negar que no se enamoraron de su profesora de primero o del coordinador de los maestros?―. Y no entiendo por qué. Si se nos enseña a ir al baño para utilizar el inodoro apenas aprendemos a caminar, por qué no se nos enseña a acercarnos al objeto de nuestros deseos. Y aquí hay un hecho importante, esto se aprende. Sí, se puede aprender a ligar. Mientras estoy revisando estas ideas para contároslas leo un párrafo en el muro de un Édgar Adrián Mora ―un gran escritor y mejor lector― que es de una novela que recién se ha publicado:

 

Publicado en Revista VozEd. Para seguir leyendo > http://www.vozed.org/2013/02/el-gran-proceso-creativo-aplicaciones-sexuales/