Un picor en los huevos

Era miércoles y me desperté con resaca y un intenso picor en los huevos. Acababa de volver de las vacaciones veraniegas y regresar al trabajo había sido peor que otros años. Simplemente no quería volver a la oficina. Miré el despertador y me dejé caer de nuevo en la almohada.

El lunes había sido un día completamente improductivo, mi mente seguía en la playa. El martes el malestar fue general pero ya sobresalía la necesidad de rascarme el molesto picor. Me había costado un infierno levantarme de la cama y mientras iba a la oficina en moto ―intentando recrear el aire fresco de la playa―  veía como un edificio moderno, de cristales  y estructura de metal, se iba acercando y sentía que el picor en la entrepierna aumentaba de intensidad.

Seguir leyendo >> aquí

Enlace

PERSPECTIVAS: Dosis de irrealidad, o como gobernar a los amigos

El trabajo era aparentemente sencillo: regular las actividades productivas de la compañía y crear una serie de políticas que normaran dicho trabajo. Al final resultó que hacer una política es bastante más complicado que eso: debe ser lo suficientemente genérica para que todos los comportamientos entre en su alcance, flexible para que las distintas interpretaciones del proceso sean validas pero rígida para que las excepciones no existan y se cumpla a rajatabla el objetivo del proceso. Vamos. algo abstracto que la Oficina de Cumplimiento de la empresa en cuestión quería …